La cultura organizacional se puede definir como el sistema establecido y aceptado de comportamientos, valores, creencias y asunciones que son ampliamente compartidos por la organización. Es decir, la línea (muchas veces implícita o asumida) de lo que está bien o no, dentro de nuestra empresa.
Cultura Organización características
La cultura de una organización no es definida o creada por alguien, sino que es el producto de la evolución de la organización con los años y ha sido moldeada por los diferentes éxitos y fracasos, aunque, muchas veces, las creencias más internas provienen de las que individualmente tenían en su día los fundadores.
Los grandes retos y transformaciones a los que hacen frente las organizaciones hoy en día implican cambiar en mayor o menor medida la cultura organizacional y eso, siempre, es una tarea compleja y larga (estamos hablando de años). Ejemplos de cambios culturales tenemos varios compartidos por muchas organizaciones actualmente: transformación digital o transformación ágil, por ejemplo, donde lo más relevante no es el uso de nuevas tecnologías, técnicas o métodos sino el cambio interno por el que tienen que pasar cada una de las personas, a todos los niveles de la organización, y el cambio colectivo en la manera de pensar que implica.
Como si de un iceberg se tratara, la cultura organizacional consta de tres niveles: el nivel de superficie, donde están todos los artefactos y productos visibles (disposición de despachos, lugar de trabajo, decoración, colores, …), por debajo de ese nivel visible están las normas y valores (conjunto de procedimientos, normativas, políticas explicitados y formales), y a un nivel más profundo, las asunciones básicas o creencias que las personas de la organización tienen. Cada nivel se debe nutrir del nivel inferior. Si una empresa no tiene una buena alineación entre sus símbolos visibles y las asunciones básicas seguramente le pasará como a cualquier persona que dice una cosa pero hace otra: perderá credibilidad y confianza. En el caso de la empresa, tanto con sus clientes como con sus empleados.
Ir un más paso más allá
Un cambio cultural implica, por lo tanto, llegar a ese nivel más profundo: no es solo un cambio estético, sino que debe transformar la manera de pensar individual y colectiva de las personas de la organización.
Para ilustrar con un ejemplo simple lo que quiero decir, recuerdo una conversación que tuve en un curso con un alumno acerca de realizar una transformación ágil en su empresa. En concreto, hablábamos de la importancia de la transparencia como manera de fomentar la colaboración entre cliente y proveedor. En su caso, cliente y proveedor de empresas diferentes para proyectos de desarrollo de software. La conversación fue más o menos la siguiente:
- Pero no podemos ser transparentes en todo
- ¿Por qué lo dices?
- Porque hay cosas que el cliente no tiene que ver
- ¿Por ejemplo?
- No sé, la manera como trabajamos, a veces algunas personas estamos en otros proyectos o, a veces no somos del todo expertos en una tecnología determinada…
- ¿Y, saber eso, cómo le afectaría al cliente?
- Pues no lo sé, pero hay cosas que quizás le alarmarían porque no conoce las dificultades del desarrollo…
Le puse entonces el ejemplo de un restaurante,
- A ti como cliente de un restaurante, ¿te gusta ver la cocina? ¿ver cómo cocinan?
- Hombre, depende porque hay sitios que mejor no verla…
- No me refiero a cualquier restaurante sino aquellos que te la enseñan, que las cocinas están abiertas para que puedas verles trabajar. Incluso puede que aceptes pagar más por la comida en este tipo de restaurantes, ¿es así?
- Por supuesto, es un valor añadido…
- Entonces el problema no está en enseñar la cocina, sino en tener la cocina limpia.
La transparencia como factor clave
Efectivamente, la transparencia es un valor apreciado y, al mismo tiempo, para ser transparente no basta con decirlo ni siquiera con querer serlo. Requiere de unos hábitos internos de “limpieza” que se deben adquirir previamente y ése es el cambio importante. El cambio cultural que implica pensar que cualquier cosa que hagamos debemos poder compartirla con cualquier persona de nuestra organización o de la organización cliente. El cambio cultural que hace que no tengamos miedo a compartir nuestros errores del día a día porque nuestro trabajo es complejo y, compartirlos, va a generar empatía y sensación de equipo con nuestro cliente, a la vez que nos posicionará como mejores profesionales.