Una comunidad de práctica consiste en un grupo organizado de personas que se reúne periódicamente para aprender y compartir sobre áreas de conocimiento e intereses comunes.
Una Comunidad de práctica es un espacio abierto de aprendizaje colaborativo, en el que compartir conocimiento y experiencias de forma continua. Las comunidades se convierten en una forma de aprendizaje social que fomenta la transversalidad, la colaboración, la compartición de conocimientos y la innovación entre personas con un interés concreto.
En el mundo actual es complejo, incierto, volátil y a veces caótico (o VUCA, por sus siglas en inglés). En un mundo así es posible y hasta esperable equivocarse, pero lo que sería imperdonable es que esas equivocaciones no nos hagan aprender.
En el aprendizaje participan muchos ingredientes en cantidades variables como el conocimiento teórico, los ensayos y pruebas que hacemos, la creación y confirmación de nuestra propia experiencia y el poder acceder a la de los demás. Los viejos modelos de maestro y aprendiz, de conocimiento en común dentro de gremios, de compartir experiencias, siguen ahí, aunque hayan ido cambiando en su forma y alcance.
Promovidas por la organización con un propósito concreto. Requieren de una mayor dedicación para gestionarlas y sostener su funcionamiento.
Son un excelente medio para gestionar y canalizar el conocimiento interno de la organización.
Son un estímulo para las personas que participan, incrementando su compromiso y motivación.
Promueven la formación continua y facilitan que los profesionales se responsabilicen de su desarrollo.
Impulsan en la organización una cultura de aprendizaje, innovación, colaboración y mejora continua.
Fomentan la construcción de relaciones personales entre los participantes, mejorando la colaboración y
el sentido de pertenencia a la organización.
Son gestionadas por sus participantes, tienen más beneficios pero necesitan una cultura de comunidades consolidada en la organización.
Permiten compartir experiencias y conocimientos con compañeros de perfiles e intereses similares.
Ayudan a solucionar dudas y problemas concretos de su día a día.
Facilitan el acceso a conocimientos, explícitos y no explícitos, sobre su actividad profesional.
Promueven las relaciones personales en el ámbito laboral, generando seguridad emocional.
La mejor manera de hacer que las comunidades sean un éxito es contando con el impulso de la organización y el apoyo de personas que apliquen su experiencia a la hora de diseñarlas, definir su funcionamiento y promover que se conozcan y usen por todas las personas dentro de la organización.
De esta forma se puede comenzar con modalidades muy simples para progresivamente ir enriqueciendo su variedad y ofreciendo resultados valiosos a la organización.
Desde Netmind aportamos experiencia a la hora de ayudar a todo tipo de organizaciones a definir, poner en marcha y sostener sus propias comunidades de práctica. Analizamos el contexto y las necesidades y hacemos una recomendación personalizada sobre las modalidades más apropiadas y el roadmap de evolución. Preparamos y asistimos a las personas que se harán cargo de ponerlas en marcha y promoverlas, y las dotamos de contenido hasta que sean autosostenidas y autónomas.
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