PMBOK® Guide en su 6ª Edición define programa como un grupo de proyectos relacionados, programas subsidiarios y actividades de programas, cuya gestión se realiza de manera coordinada para obtener beneficios que no se obtendrían si estos proyectos, o programas subsidiarios se gestionaran de forma individual.
Sé que suelo empezar los artículos sobre gestión de programa siempre con esta definición, pero la relación que hay entre programas y proyectos, en los que se ven involucrados los mismos interesados, y hacen uso de, y comparten, los mismos recursos, hace que no siempre se tenga claro qué es un programa. Al contrario de lo que a veces se piensa, un programa no es lo mismo que un proyecto grande.
El proyecto está centrado en conseguir un servicio, producto, o resultado único que pueda ser utilizado por alguna organización, mientras que la dirección de programas se centra en gestionar interdependencias y fundamentalmente en alinearse con la dirección estratégica de la organización.
Hablamos de dirección estratégica, pero.. ¿Qué es estrategia?
Históricamente, el concepto de estrategia se aplicaba al arte militar.
Estrategia era lo que permitía, en una campaña militar, saber cómo aplicar las fuerzas contra tu enemigo.
El concepto de estrategia aplicado a las empresas es algo bastante reciente, de echo, en la década de los 80 algunas de las personas que intuyeron la importancia de la estrategia en el entorno empresarial, ante la falta de referencias, echaron mano de libros clásicos de estrategia militar, y los utilizaron como punto de partida en el ámbito de la dirección de empresas.
Libros como “El arte de la guerra” por “Sun Tzu”, o el “Libro Rojo” de “Mao”, se convirtieron modelos para tener en cuenta.
Eran libros donde se abordaban temas como liderazgo, motivación, organización, comunicaciones, o inteligencia en un contexto que nada tenía que ver con los negocios, pero en los que estos incipientes estrategas de negocio vieron enseñanzas que eran, de alguna manera, aplicables al contexto empresarial.
Volviendo al mundo actual os diré que el concepto de estrategia empresarial no es tanto saber cómo aplicar las fuerzas contra tu enemigo -competencia- (¿o si?), si no que tiene más que ver con saber qué quieres “ser de mayor” y hacia dónde debes dirigir tus pasos a largo plazo. Una labor compleja per se, con la que los programas están directamente relacionados, puesto que ellos son el camino que ayuda a las empresas a materializar esa estrategia.
Desde que la globalización y la innovación tecnológica entraron a formar parte de nuestras vidas, nos movemos en un entorno dinámico y complejo en el que cada vez es más difícil definir nuestra estrategia empresarial. En muchas empresas el cambio es el único factor constante, y esta gestión de cambios requiere un nuevo enfoque en toda la organización, tanto a nivel operativo como estratégico.
Cómo visualizar “qué queremos ser de mayores” y cómo llegar allí cuando ese deseo no sólo depende de nosotros, sino que depende del entorno en el que se mueve el mercado al que pertenece nuestra empresa, y de lo que hacen nuestros competidores… es complicado.
De esto que acabo de contar, es fácil deducir que los programas actuales se desarrollan este entorno complejo y cambiante, que requiere de una realineación constante con los objetivos estratégicos de la compañía.
Por eso es tan compleja la gestión de un programa, porque no sólo tenemos que asegurarnos que los proyectos bajo nuestros paraguas están alineados, sino que tenemos que asegurar que nuestro programa tiene el enfoque sistémico correcto, el adecuado a la estrategia de negocio.
Cada proyecto individual dentro del programa termina con un resultado, y no está en su mano que la organización lo utilice, ni tampoco está en su mano la obtención de beneficios, pero el programa va más allá del final de los proyectos que lo forman, el programa tiene que asegurar la obtención de los beneficios para los que fue creado.
En terminología de Business Analysis, los proyectos tienen como finalidad la generación de unos resultados (denominados output), resultados que cuando la organización los utiliza se convierten en los llamados resultados finales (denominados outcome). Es la gestión de programas la que se encarga de la entrega de esos resultados finales, y son estos resultados finales, los que contribuyen a la consecución de beneficios que ayudarán a conseguir los objetivos estratégicos de la organización.
Es importante contar con una estrategia corporativa claramente articulada que ayude en la priorización y ejecución de los programas y proyectos correctos, esto solo no garantizará el éxito del programa, también favorecerá la consecución de la estrategia, dicho de otro modo, cuando la estrategia es la correcta, una correcta ejecución del programa ayudará a conseguirla, pero, una estrategia de negocio mal concebida no se redime con una correcta gestión de programa, una estrategia mal concebida nos lleva de manera irremediable al fracaso, y eso queda fuera del ámbito de actuación de cualquier gestor de programa.
De manera que aunque no es el único factor que influye en el éxito corporativo, la gestión de programas es un componente clave para la consecución de la estrategia empresarial.
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