Para abordar la respuesta a la pregunta sobre qué es la agilidad, podemos comenzar diciendo que la agilidad es una mentalidad, una forma de abordar los retos, definidos por 4 valores y 12 principios. Estos principios y valores se encuentran en Manfiesto Agile.
También, podemos definir la agilidad como “una cultura de trabajo para un mundo complejo en acelerado cambio”.
En definitiva, la agilidad nos tiene que ayudar a poder adaptarnos rápidamente a los cambios.
Pero, ¿Cómo abordar lo desconocido y lo nuevo si no tenemos, en muchos casos, experiencia previa, dado que, todos a la misma vez, nos estamos afrontando a nuevos contextos? Pues, justamente, la agilidad nos ayuda a la gestión de la incertidumbre abordándola desde el empirismo.
Hacer y ser ágiles
Es muy popular escuchar que no sólo se trata de “hacer” agilidad, es decir, de emplear ciertos marcos y/o técnicas, sino también de “ser” ágiles, es decir que nuestras acciones, nuestra manera de comportarnos reflejen los valores y principios de la agilidad. Pero, en definitiva, si realmente tenemos una mentalidad ágil, lo demás vendrá solo.
Una reflexión, sobre la que siempre es bueno volver, es que la agilidad es un medio para un fin. Esto quiere decir que la agilidad nunca puede ser el fin en sí mismo. El medio describe cómo hacer las cosas. El fin es el por qué o para qué hacemos las cosas. El problema de focalizarnos en el medio en vez de en el fin es que los mismos medios no conducen, necesariamente, a los mismos resultados. Por ejemplo, que entrene de la misma manera que lo hace un deportista de elite no garantiza que vaya a tener sus mismos resultados.
Focalizarnos en el fin crea flexibilidad. Focalizarnos en el medio podría crear limitaciones.
Focalizarnos en entender qué es valor para el cliente, en cómo llegar antes al mercado, en saber cómo dar respuesta a los cambios es focalizarnos en el fin. En cambio, focalizarnos en si hacemos Scrum o Kanban, si el sprint tiene que durar 2 o 3 semanas, o qué software es mejor usar para gestionar el trabajo, es focalizarnos en el medio, y puede hacernos perder foco, rapidez y oportunidades.
Entonces, no hay que convertir los medios en metas: implementar marcos ágiles no debe ser el fin de una organización. Las organizaciones deben preguntarse primero ¿Por qué o para qué quieren ser ágiles? ¿Cuáles son los retos a los que se encuentra? Y, a partir de ahí, reflexionar sobre si una cultura ágil puede ser el medio para llegar a ese fin.
Cualesquiera sean los retos a los que se encuentra la organización, la reflexión siempre será la misma: Agile no es el por qué. Agile es el cómo: Cómo maximizar la entrega de valor.
Características de la agilidad
Hay ciertas características que tienen que estar presentes cuando trabajamos bajo un mindset ágil. A continuación, se presentan algunas de ellas que nos ayudarán a identificar si estamos trabajando alineados a lo que la agilidad propone:
El cliente siempre está en el centro de las decisiones
Cuando hablamos de agilidad, hablamos de descubrir y, por lo tanto, de aprender cómo maximizar la entrega de valor al cliente. Cuando tenemos una mentalidad que encarna los valores de la agilidad, ponemos siempre al cliente primero. El cliente tiene que estar en el centro de todas las decisiones. Si somos ágiles, entendemos que, como dice el primer principio del Manfiesto Ágil, “Nuestra mayor prioridad es satisfacer al cliente mediante la entrega temprana y continua de software con valor”
Buscamos maximizar la entrega de valor
Ya en el primer principio del Manfiesto ágil, aparece otra de las claves de la agilidad: el valor. Todo lo que hagamos tiene que estar orientado a entregar a valor. Parafraseando y llevándolo al extremo podríamos decir que “si no hay valor que no haya nada”. Lo complejo en la entrega de valor radica en que el valor es subjetivo, no todas las personas valoramos lo mismo.
Aceptamos los cambios y nos adaptamos a ellos rápidamente
Cuando tenemos una mentalidad ágil, entendemos que los cambios van a estar siempre presentes y los entendemos como una oportunidad para“proporcionar una ventaja competitiva al cliente” (segundo principio).
A partir de aquí, trabajamos con procesos definidos y estables que nos permitan adoptar esos cambios lo más rápido posible. La agilidad es adaptación.
Trabajar de manera iterativa e incremental
Buscar siempre la mejora continua
Cada iteración tiene el propósito de entregar valor a la vez que aprendemos qué es valor. Tenemos que preguntar y conocer a nuestros clientes para, a partir de ahí, aprender, adaptar, cambiar y mejorar continuamente. En cada iteración inspeccionamos el trabajo para aprender algo nuevo que no sabíamos y que nos permita adaptar el rumbo, cambiar y mejorar.
Reflexiones que nos pueden ayudar a no perder el foco…
A continuación, algunas aclaraciones y puntos a reforzar sobre la agilidad que nos pueden ayudar a no perder el foco:
La agilidad no resuelve problemas:
Hace que los problemas afloren cuanto antes. Por eso, la transparencia es uno de los pilares claves.
La agilidad es una práctica emergente:
Emerge a partir de encontrarnos en entornos complejos en los que desconocemos la relación causa-efecto. Como no conocemos el entorno en el que nos movemos tenemos que probar qué funciona y qué no, descubrirlo.
Las practicas ágiles se basan en el conocimiento empírico:
Aprendamos haciendo. Hagamos hipótesis y validémoslas. Algunas veces vamos a acertar y otras a fallar. Por eso la frase “Fail cheap, fail fast” porque como vamos a fallar, y lo sabemos, queremos hacerlo rápido para aprender rápido.
Los marcos de trabajo ágiles no son garantistas de valor:
Qué apliques scrum o cualquier otro marco no garantiza la entrega de valor.
En la agilidad el foco está en las personas, básicamente porque somos las personas quienes realizamos el trabajo. Un trabajo que es cada día más desafiante y que requiere que estemos continuamente aprendiendo #alwayslearning.
Por eso, valores como comunicación, colaboración, confianza y motivación se han puesto en el centro de la escena como uno de los factores más importantes a tener en cuenta para que todo lo que la agilidad propone se vea materializado. Así lo podemos ver reflejado en el quinto principio del Manfiesto ágil “Los proyectos se desarrollan en torno a individuos motivados. Hay que darles el entorno y el apoyo que necesitan, y confiarles la ejecución del trabajo”