Qué son los Story Cubes
Rory O´Connor, un consultor irlandés especializado en entrenar la creatividad, se dio cuenta del poder de las imágenes y de que cuánto más sencillas eran, más ayudaban a despertar la imaginación y ayudaban a desarrollar soluciones mucho más creativas. Con esta idea pensó que utilizando imágenes simples se podrían crear e inventar historias de todo tipo. Muy pronto la idea tomó forma de juego, y el juego, de dados cubiertos con iconos visualmente sencillos llamados: Rory´s Story Cubes.
El juego original se compone de nueve dados y en cada uno de ellos hay seis imágenes que forman un total de cincuenta y cuatro ideas. Además, existen extensiones temáticas para ampliar tu “galería” visual (por si te parecía pequeña 😉) Así que, imagina la cantidad de combinaciones posibles que existen y, por tanto, ¡las posibilidades infinitas que tienes de crear historias!
¿Cómo se juega a los Story Cubes?
Originalmente se cogen los nueve dados, se tiran sobre la mesa y se trata de contar una historia utilizando como referencia las imágenes que quedan en cada una de las caras superiores. No puedes utilizar dos veces el mismo dado y debes emplear todos para crear tu historia. La idea es que puedas ceñirte tanto a la imagen literal como a lo que ésta puede representar, por ejemplo, una bombilla puede ser una bombilla, pero también puede representar talento, innovación, idea, brillo, etc. De esa forma, podrás ir configurando tu propia historia como mejor te convenga.
Partiendo de esta premisa, hay muchas más formas de utilizarlos: en función del número de participantes, del número total de los que dispongamos y, sobre todo, del “para qué” estamos utilizando los Story Cubes.
En cuanto al número de participantes, la teoría dice que dos o más, pero más adelante os daré mi opinión sobre esto. 😊
Parece un juego, pero es algo más
Parece un juego de niños, pero la realidad es que los Story Cubes ni siquiera son un juego (tal y como entendemos el concepto “juego”) porque, nadie gana ni pierde, no hay un número concreto de participantes ni un tiempo establecido para crear tu historia. Lo que realmente esconden tras esa apariencia inocente e “infantil”, es que son una herramienta muy potente para fomentar la improvisación ¡y desatar la creatividad!
Todavía cuesta un poco entender que los dibujos no son sólo cosas de niños, si no que son un elemento visual que utilizado en un entorno y contexto concreto pueden llegar a marcar la diferencia frente a no haberlos utilizado porque te ayudan a encontrar soluciones que, de otra manera, no hubiéramos llegado a considerar.
Entonces, si no es un juego… ¿cómo podemos utilizarlos?
Como comentaba antes, aunque la teoría dice que se necesitan como mínimo dos participantes, la realidad es que uno sólo ya puede crear una historia, ¿no crees? No necesitamos crearla con el fin de comunicarla como tal, ni siquiera quizá necesitamos crear una historia, sino que simplemente buscamos un elemento que nos sirva para salir de un bloqueo creativo ayudándonos a desconectar por un momento para poder reconectar teniendo una perspectiva diferente y con una visión mucho más abierta.
Te pongo un ejemplo, cuando me enfrento a un proyecto nuevo sobre el que no hay unas bases establecidas ni un punto de partida claro pero tengo muchas ideas y no sé exactamente cómo establecer una conexión entre ellas, me encuentro con la incertidumbre de “¿por dónde empiezo primero?”. Es ahí donde plasmo todas esas ideas en un papel, cojo los Story Cubes y los tiro sobre la mesa. Tal y como caen, los ordeno y comienzo a crear una historia que esté relacionada con el proyecto. Como en ese momento estoy improvisando, pero a la vez tratando de hacer algo coherente con lo que ya sé sobre el proyecto, la mente empieza a establecer conexiones y el proceso empieza a cobrar sentido. A partir de ahí, vuelvo a ver todas esas ideas que tenía apuntadas y puedo ir poniéndolas en orden y encontrar ese punto de partida.
En una sesión de brainstorming, cuando puede existir un cierto bloqueo creativo en el proceso de ideación, tendemos a “cerrarnos mentalmente” y no ser capaces de desarrollar más contenido o proponer opciones diferentes. Utilizar esta herramienta en momentos como estos, sirve para crear un ambiente distendido, romper la estructura que provocó el bloqueo y fomentar la participación del equipo. Se crean conexiones más interesantes y se llega a conclusiones y soluciones mucho más innovadoras y creativas.
Y…ahora qué, ¿”jugamos”? 😉