La gestión del cambio (Change Management) se puede definir, de manera simplificada, como la suma de todas las medidas que tomamos, tanto a nivel individual como corporativo, para pasar de un estado actual (As Is) a un escenario futuro deseado que será previsiblemente mejor (To Be).
Decía Darwin: «No son las especies más inteligentes o más fuertes las que sobreviven, sino aquellas con mayor adaptación al cambio». Esta reflexión es también aplicable a las empresas. Gestionar de manera adecuada los cambios y el impacto que tienen los cambios en las operaciones habituales de negocio, es un elemento clave en la evolución de todas las organizaciones. Más aún en un entorno actual de incertidumbre, volatilidad, crisis económica y energética, donde el reto de la adaptación a los cambios es, sin duda alguna, el más importante.
El cambio se considerará exitoso en la medida que las personas lo asimilen y lo incorporen a su nueva cotidianidad, por eso es que el foco de la gestión del cambio está en las personas. Para liderar el cambio de manera efectiva, son necesarias tanto las habilidades interpersonales como la empatía, la comunicación o la capacidad de influir, como la mirada sistémica de la organización, entendiendo que no se pueden aplicar soluciones aisladas, ya que todo está conectado.
Dentro del mundo VUCA en el que vivimos, un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, la adaptabilidad, es decir, la capacidad de reaccionar a los cambios, debe ser primordial. Debemos ser capaces de adaptarnos de forma rápida y eficaz a los nuevos escenarios que se nos presentan y crear nuevas oportunidades en aquellos entornos con una alta incertidumbre, lo que nos dotará de importantes ventajas competitivas.
Por eso, la competencia de gestión del cambio, que tradicionalmente la hemos llamado así, aunque quizás sería más adecuado llamarla liderazgo del cambio, es a día de hoy una competencia core. Además, ésta debe estar presente tanto en personas como en organizaciones para poder afrontar con garantías de éxito la volatilidad e incertidumbre del entorno que nos rodea.
Gestionar adecuadamente un cambio está directamente relacionado con la rapidez en la que aprendemos de él. Cambio y aprendizaje son dos conceptos que siempre van de la mano. En la medida en que estamos abiertos a aprender cosas nuevas y desprendernos de lo que ya sabemos estaremos más preparados para cambiar. Aprender a aprender, es decir, estar abierto al aprendizaje y crear un sistema en el que el aprendizaje surja y aflore es una obligación básica para permitir la adaptabilidad de las organizaciones. Especialmente en estos momentos de incertidumbre, la mejor inversión de tiempo que podemos hacer es en aprender.
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