Cómo ser un verdadero Change Influencer por Alfred Maeso.
El volumen de información que generamos y recibimos diariamente es completamente abrumador. Como decía Eric Schmidt, antiguo director ejecutivo de Google, “cada dos días creamos toda la información que teníamos disponible en 2003”.
Ante esta impresionante cantidad de información, y a diferencia de cualquier otro momento en nuestra historia, nos sentimos muchas veces sin capacidad suficiente para procesar, filtrar, determinar qué información nos interesa y cuál no, separar el grano de la paja.
La “verdad” está ahí fuera, cierto, pero encontrarla cada vez es más difícil y tenemos menos tiempo para llegar a ella. Estamos continuamente conectados y eso hace que la velocidad de propagación de la información sea cada vez más rápida, y nos obligue a cambios continuos y acelerados en nuestro día a día.
La definición de influencer
Vivimos en red, y ahí, en nuestra red, es donde buscamos y encontramos la información que necesitamos. Nos informamos a través de lo que publican en redes las personas que seguimos. No es tan importante la “verdad”, como sentirnos conectados, parte de algo.
Por eso, han emergido en la última década nuevas maneras en las que las empresas buscan estar presentes en nuestra red para dar a conocer y vender sus productos. Ahí entran los influencers.
El término influencer, aunque no recogido (aún) en la RAE, es un anglicismo cada vez más extendido cuando hablamos de personas que, a través de internet y las redes sociales, ejercen influencia en el comportamiento de otras, especialmente en lo que hace referencia a impulsar o seguir tendencias de moda, salud o alimentación, y consumir determinados productos o servicios.
La culminación del influencer
La clave del éxito del change influencer es que son personas percibidas “como iguales” en las cuáles depositamos nuestra confianza, y les permitimos que influyan en nuestra opinión y nuestros comportamientos.
Pero no nos equivoquemos, la capacidad de influencia en la red no se mide en “likes”, sino en la capacidad de generar movimientos sociales, de impulsar cambios en las personas.
El concepto es igualmente válido cuando hablamos de influenciar en la empresa, porque no solo vivimos en red, sino que trabajamos en red. Influir en este entorno es complejo, pero la capacidad de influencia es una de las habilidades clave que cada uno de nosotros podemos desarrollar y que van a ser más valoradas por las empresas.
No lo digo solo yo, sino que lo dice, por ejemplo, el World Economic Forum en su informe Future of Jobs Report (2020) en el que cita el “liderazgo y la influencia social” como una de las 15 skills más demandadas en 2025.
Pero ¿cómo podemos desarrollar esta capacidad cada uno de nosotros y convertirnos en verdaderos change influencers en nuestra organización? En este artículo os presento seis maneras que nos pueden ayudar a activar esta competencia.
1- Desarrolla tu red
La complejidad, y volatilidad extrema de nuestra sociedad obliga a las empresas a trabajar en red. Necesitamos colaborar, más allá de nuestro equipo, de nuestra área de negocio, incluso de nuestra empresa. Cuanto mayor sea nuestra red, mayor capacidad de influencia directa tendremos.
Para ello, solo hay un secreto: está presente. Participa en diferentes foros, formales e informales, date a conocer y conoce a las personas. En muchos cursos me comentan que uno de los mayores problemas en las organizaciones actualmente es la disponibilidad de las personas. Tenemos todo el tiempo ocupado y encontrar huecos es muy difícil. Empieza por conocer a las personas, intenta que las conversaciones vayan más allá del trabajo compartido, sino intenta construir buenas relaciones profesionales. Siempre va a ser más fácil encontrar tiempo y disponibilidad de las personas si tenemos una buena relación, si disfrutamos trabajando juntos. Un buen change influencer busca alianzas y complicidades dentro y fuera de tu equipo, y fomenta la colaboración. Intenta conectar con personas “influyentes” (conectores con otras redes) que nos permitan poder acceder a muchos más niveles de la organización.
Pero desarrollar la red no solo va de incrementar el número de contactos, también de fomentar la transparencia, la divulgación y la compartición de información. Trabaja en voz alta (work out loud!).
Por último, fomenta también la diversidad de opiniones e intereses. Incluye en tu red a personas que no necesariamente comparten tu opinión, o que persiguen intereses muy alejados, incluso. Eso enriquecerá nuestro propio punto de vista, nos permitirá conectar ideas y nos llevará a soluciones más creativas e innovadoras. A la vez que nos permitirá entender el punto de vista de los demás.
¡Bien! Ya tenemos una amplia red de contactos. ¿es suficiente para influenciar? No. Ahora que ya nos conocen tenemos que generar confianza.
2- Genera confianza
Y cuando hablo de generar confianza, no hablo de no fallar. Seguro que nos equivocaremos, y mucho. Pero eso nos convierte en humanos. Trabaja en voz alta (¿recuerdas?), no escondas tus errores, eso permitirá una mayor empatía y comprensión mutua que, eventualmente, contribuirá a generar un entorno de confianza.
Para ayudar a generar esta confianza, debemos trabajar en nosotros mismos, en al menos los siguientes aspectos (que propone Melanie Franklin en su libro Agile Change Management).
- Sé confiable. Haz lo que dijiste cuando dijiste que lo harías.
- Sé predecible. Claro acerca de tus valores y posiciones para que otros puedan entender tus reacciones.
- Sé congruente. Asegúrate de que haya coherencia entre lo que pides a los demás y cómo te comportas tú.
- Sé abierto. Proporciona y agradece el feedback honesto, no evites las conversaciones difíciles.
- Sé leal. Da crédito a los demás por su trabajo y brinda tu apoyo
Llegados a este punto, tenemos mucho terreno ganado a la hora de influenciar al cambio: tenemos una amplia red de contactos que nos tienen confianza. Nuestro próximo enemigo ahora es intangible, abstracto: se trata de las inercias organizacionales (el “siempre lo hemos hecho así”), los sesgos cognitivos y las creencias limitantes (“esto aquí no funcionará”), y los apegos (somos humanos, generamos apegos) a determinadas maneras de hacer, o incluso a personas. tenemos que luchar, en definitiva, contra el Doctor NO.
3- Visualiza el coste de no cambiar
Muchas veces, la decisión de NO cambiar está asociada a la incertidumbre que generan los cambios. En la cabeza de los decisores, habituados a tratar con números, el coste de una inversión con resultados inciertos es demasiado alto. Decidir no cambiar, nos instala en un terreno conocido: no somos perfectos, pero lo hacemos suficientemente bien.
Una de las mejores maneras de luchar contra esto, tal como propone Jonah Berger en su libro “The Catalyst”, es hacer aflorar, visualizar, el coste que tiene no cambiar.
El sentimiento de pérdida en los humanos es mayor, más duradero, que el sentimiento de ganancias. Ante pérdidas y ganancias equivalentes se impondrá siempre la decisión conservadora. Las ganancias (o, al menos, la percepción de ellas) tienen que ser mucho más grande que las pérdidas para activar cambios.
Si la opción de no cambiar no lleva asociadas pérdidas, va a ser muy difícil que las opciones de cambio prosperen. Y no cambiar lleva asociado un coste, sin duda, siempre. Coste expresado en términos de pérdida de talento, desmotivación, pérdida de competitividad, pérdida de clientes…
Y, para completar esto, si intentamos entender (tarea imposible) como funcionamos los humanos a la hora de tomar decisiones, dejadme preguntaros lo siguiente. Imaginad que estáis en un restaurante y viene el camarero y os pregunta directamente “¿qué queréis comer?”. A no ser que tengamos muy clara la respuesta (porque siempre pedimos lo mismo o porque hoy nos hemos levantado con antojo de pizza), le pediremos la carta. Eso nos libera de presión y facilita (mucho) la toma de decisiones. Por otro lado, una carta con muchas opciones nos puede llegar a bloquear por no saber qué decidir. Asegúrate que ofreces diferentes opciones (pocas), y que la opción de no cambiar está presente (con sus costes).
Si hablar de números, datos, costes os parece muy frío… tenéis razón. Si queremos realmente influir necesitamos un toque más humano, buscar la conexión emocional.
4- Busca la conexión emocional
Las decisiones que tomamos provienen primero de una respuesta emocional que luego justificamos racionalmente. A veces tomamos decisiones por miedo, por rabia, desprecio, tristeza, aburrimiento… o también por alegría, diversión, satisfacción, tranquilidad… el componente emocional (cómo me hace sentir) siempre está presente.
¿Cómo podemos fomentar esa respuesta emocional a la hora de influir en el cambio? En primer lugar, nunca lo conseguirás con e-mails, por muchos emojis que pongas en el texto.
Busca la conversación, la interacción síncrona con un canal de comunicación rica (palabras, tono, gestos,…). Utiliza imágenes y/o elementos multimedia que acompañen a los datos fríos. Resaltando los mensajes clave e inspiradores.
Utiliza la empatía y personaliza los mensajes al colectivo al que va dirigido, apelando a sus problemas y dificultades específicos.
Otra manera de buscar la conexión emocional, y una de las más efectivas, es utilizar las historias. A todos nos gusta explicar y que nos expliquen historias. Las historias que conecten nuestro pasado con un futuro mejor, que nos hagan sentir parte de ella, que nos inspiren y, en definitiva “que nos hagan sentir mejor”, serán nuestras mejores armas para influir en los cambios. Todo el mundo tiene una historia merecedora de ser escuchada. Las organizaciones tienen su historia también, lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos forma parte de esa historia. Como dice Jennifer L. Johnson en su libro The Storyboard Method, “la historia es la estrategia”.
Finalmente, vas a conseguir movilizar más a través de la demostración (prototipos, pilotos, experimentos, mockups, …) que de la argumentación.
Pero ¿qué emociones queremos generar? ¿qué tipo de historias pueden conmover o activar a las personas? ¿en qué sentido queremos conectar emocionalmente? No nos queda otra que dedicar tiempo a observar y a escuchar.
5- Observa y escucha
No hay mucho secreto en esto. Mantén los ojos y las orejas abiertos y en guardia. Dedica tiempo a observar lo que pasa a tu alrededor, dentro y fuera de tu empresa (seguramente los problemas son compartidos por más gente y están tratando de solucionarlos). ¿qué están diciendo los líderes de opinión (otra forma de influencer) respecto al tema que te preocupa? ¿Cómo se está abordando en otras áreas o empresas? ¿qué bibliografía hay al respecto? ¿con qué éxito se están implementando soluciones similares?
Pero también observa y escucha lo que dicen, hacen y sienten tus compañeros, jefes y clientes. Busca entender primero el problema a resolver, antes de pensar en la solución, y asegura que tu idea resuelve sus problemas, no (solo) los tuyos.
Si todo esto no te ha funcionado y tu idea era buena, no te desesperes. No la descartes porque igual tu idea tiene vida propia, más allá de tus esfuerzos. Y esta es la última propuesta que os presento en este artículo: planta la semilla.
6- Planta la semilla
Finalmente, como si de la película “Inception” se tratara, una de las mejores maneras de que una idea se propague es que cada persona se la haga suya, la desarrolle y la adapte a su situación particular.
Por eso, no firmes la idea. Permite la propagación de la idea sin ti. Deja que la idea circule libremente por la red. Si está asociada a ti, los límites de propagación serán los límites de tu red. Deja tiempo para que las personas den forma a la idea en sus cabezas. Deja la solución esbozada, a alto nivel, para que los detalles vayan apareciendo. Deja que las personas propaguen “su” idea en su red.
¿Os ha pasado alguna vez que, una idea lanzada por vosotros en una reunión y que en aquel momento no generó ninguna reacción, un tiempo después apareciera anunciada como una de las iniciativas necesarias de cambio, propuesta y liderada por dirección? A mí sí. Y, si consigues dejar a un lado tu orgullo, te das cuenta de que has conseguido influir con éxito en tu organización. ¡Enhorabuena!
Como decía Harry Truman “Es increíble lo que se puede lograr si no te importa quién se lleva el crédito”.
Desarrollar tu red, generar confianza, visualizar el coste de no cambiar, buscar la conexión emocional, observar y escuchar, y plantar la semilla son maneras en las que podemos conseguir influenciar los cambios necesarios en nuestra organización. Pero seguro que hay muchas más. ¿Se te ocurren otras maneras?
¡Os leemos!